El mismo árbol en otoño y primavera
Todos los seres vivos tenemos la facultad de la presencia plena. Esa capacidad la podemos observar en las mascotas, que viven así de forma continua. Para los humanos, estar en presencia consciente entra en oposición con la actividad intrínseca e inconsciente del cerebro, que nos hace creer que somos nuestros incesante pensamientos y oculta al testigo que hay detrás de ellos, a nuestra consciencia más allá del pensamiento.
Hay muchas vías que pueden ayudarnos a contactar con nuestro testigo, incluida la práctica sencilla de vivir en conexión consciente con nuestra respiración, mientras se dan los dulces vaivenes de expansión y contracción de nuestro abdomen y observamos sin juzgar los pensamientos que van apareciendo y desapareciendo en nuestra mente.
Algo tan elemental es a la vez tan revelador, ya que al ser una experiencia corporal proporciona un insight que queda al margen de toda duda mental. Permite que aparezca la conciencia que somos, más allá de nuestros pensamientos e independiente de ellos. Nos ayudará a ser pacientes y a visitar ese espacio tantas veces como sea posible y entregarnos hasta desaparecer del estar y aparecer en el SER que somos.
La sabiduría del no saber. Antonio Lozano Domènech.
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