Hay dolor y sufrimiento en nosotros y todos hemos tratado de escapar de él. No hemos ejercitado la verdadera presencia que nos permite aliviar el sufrimiento que hay en nuestro interior. Nos hemos acostumbrado, empeñados en escapar del sufrimiento, a encender la televisión, leer una novela o hacer una llamada telefónica. Y eso es lo que hemos estado repitiendo a diario. Pero ése es un hábito que debemos modificar. Tenemos que volver a nosotros para poder cuidar adecuadamente de la situación. Debes contemplar tu dolor como si se tratase de un niño abandonado. Y, para poder cuidar a ese niño abandonado que es tu miedo, tu depresión y tu desesperación, debes volver a ti mismo. Ese niño abandonado eres tu mismo. «Querido, he vuelto. Estoy aquí para ti.» Inspira para poder generar, de ese modo, la energía de la atención plena. Y luego, con esa energía, acuna en tus brazos a ese bebé diciendo: «Mi sufrimiento, mi dolor, estoy aquí para ti». Ésta es la práctica. Dos son los objetivos fundamentales a los que aspira el desarrollo de la auténtica presencia. El primero de ellos consiste en establecer contacto con todo lo que es hermoso, reparador y curativo. Eso es todo lo que necesitamos, el alimento de una hermosa puesta de sol, el canto de un pájaro o la compañía de un amigo. Todas estas cosas son preciosas y debemos permanecer en contacto con ellas. Éste es el primer objetivo al que apunta la práctica de la atención plena. Pero la atención plena también nos permite regresar a nosotros y abrazar nuestro dolor. La mayoría de las personas tienen miedo de volver a sí mismas, porque tienen miedo a enfrentarse al dolor que hay en su interior. Con la práctica de la atención plena, sin embargo, las cosas cambian porque, en tal caso, cuando regresamos a nuestro dolor, lo hacemos equipados con la energía de la atención plena generada por la respiración atenta y la meditación. Y ésa es una fuente de energía muy importante para reconocer y abrazar nuestro dolor. ¿Cómo podrías, si eres incapaz de cuidar de ti mismo, cuidar de otra persona? ¿Cómo podrías, en tal caso, cuidar a la persona a la que amas? Cuando puedes estar aquí para ti mismo, restableces un orden básico que te permite hacer las paces contigo mismo. Entonces estarás en condiciones de cuidar a la persona a la que ames, independientemente de que se trate de tu hijo, de tu hija, de tu pareja o de tu amigo. Pero tal cosa no será posible si no eres capaz de estar aquí para ti. Por ello debes comenzar restableciendo contacto contigo mismo. Thich Nhat Hanh. "Estás aquí. La magia del momento presente".
Ven, respiremos juntos, acompañémonos.
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MYE
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