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Modalidades de trabajo interior (II): Japam.

  • Foto del escritor: Medita Yoga Estudio
    Medita Yoga Estudio
  • 21 mar
  • 5 Min. de lectura



Japam: La práctica de la repetición

Otra práctica, que en su origen también está relacionada con la oración, es la que en Oriente se conoce con el nombre de «japam». Es una técnica —conocida también en Occidente— que consiste en la repetición de una fórmula, de una frase que encierra la verdad más grande para uno, la verdad que uno quiere llegar a realizar, a vivir del todo.

Un ejemplo de japam en Occidente

Un ejemplo típico de japam occidental es el que han practicado los hesicastas —una escuela de espiritualidad de la época bizantina, que ha proliferado en Rusia, en Oriente Medio y que hoy todavía subsiste en Grecia—; es lo que se llama «la oración de Jesús». Esta oración consiste en la constante repetición de la fórmula: «Señor Jesucristo, ten piedad de mí».

Dentro de la tradición cristiana ortodoxa y en sus textos clásicos —escritos por personas que han tenido la experiencia real de lo que explican—, se indica que hay que repetir esta frase constantemente, incesantemente, y que en ciertos momentos conviene incluso aislarse, poner la atención en el pecho, en el corazón, y tratar de que la oración se viva allí, «resuene» allí, hasta que la mente aprenda a centrarse en esta zona. Con ello se producen unos efectos de transformación extraordinarios. Esto sólo lo cito como ejemplo de la técnica; para las personas interesadas en el aspecto religioso, existen obras que hablan en detalle del tema desde este punto de vista cristiano.


El poder de la repetición

Pero lo que quiero destacar es la técnica en sí misma. Si aprendemos a repetir una fórmula, una frase, constantemente, esto produce una transformación lenta pero segura de todo nuestro psiquismo y de toda nuestra mente. La frase debe estar de acuerdo con lo que es la aspiración de uno, con lo que representa el máximo exponente de la propia verdad.

Por ejemplo, para muchas personas de mentalidad religiosa podrá ser una fórmula excelente: «Dios es amor», o simplemente: «Dios me ama». Y solamente repetir eso, deteniéndose de vez en cuando para ahondar el significado, y reanudando luego la repetición.

Esta repetición constante, que nos puede parecer quizá un poco pesada, similar a la técnica «del loro», tiene su explicación. Nuestra mente funciona por automatismo, por inercia; tenemos hábitos mentales que son los que están dirigiendo de hecho nuestra vida habitual. Y cuando queremos ahondar, nos encontramos con la barrera de estos hábitos mentales: el hábito de estar pensando en tal problema o en tal otro.


Romper los automatismos mentales

Existen varios niveles de profundidad en nuestra mente, porque en toda nuestra vida hemos estado edificando nuevos hábitos, unos encima de otros. Así, nos encontramos ante una verdadera fortaleza, ante unas auténticas barricadas que, a la hora del intento de penetrar en nuestro interior, se presentan como obstáculos insalvables. Pero cuando empezamos a repetir la frase escogida, esto logra que la inercia mental, esa tendencia de la mente a dar vueltas y a repetir siempre lo mismo, vaya afirmando el hábito de acuerdo a la nueva idea. Es decir, que se va mecanizando de acuerdo con esta nueva fórmula.

Naturalmente, como esta nueva fórmula está de acuerdo con nuestra aspiración, con lo que necesitamos realizar, al cabo de un tiempo es precisamente nuestro automatismo mental el que está a favor de nuestra realización. Deja de ser un obstáculo y se convierte en una importante ayuda.


Preparar la mente para la concentración

Más adelante veremos que el medio para llegar a ahondar consiste en alcanzar un perfecto estado de concentración: una focalización de la mente en un punto, centrada y sostenida en ese punto. Por lo tanto, practicando la repetición explicada, estamos polarizando nuestra mente, tanto en sus automatismos inconscientes como en nuestra actitud consciente, hacia un mismo punto. Así, preparamos el terreno para poder hacer cada vez una mayor y mejor concentración sobre la idea que queremos realizar.

Vemos, pues, cómo esta técnica que parece mecánica —y por lo tanto inferior— responde a unos mecanismos seguros. La experiencia, además, no tarda en demostrar que funciona realmente así.


Integrar la práctica en la vida cotidiana

Por otra parte, esta práctica no nos ha de impedir vivir nuestra vida. Ahora vivimos de manera que funcionan los viejos automatismos de siempre. La parte externa de nuestra mente es la que actúa, y la parte intermedia sigue su circuito habitual, su rutina, sus preocupaciones, sus deseos y sus miedos.

Pues bien, cuando practicamos japam, poco a poco estos miedos, estos deseos y estas ambiciones van siendo sustituidos. Pero nuestra capacidad de acción externa sigue estando disponible (igual que ahora) para que sigamos trabajando y desenvolviéndonos en la vida exterior. 📖 Basado en El trabajo interior, Antonio Blay.


Blay nos habla aquí del Japam, o repetición del mantra, en la práctica del Yoga devocional; también de la repetición del Nombre, en la tradición hesicasta. Y es que todas las tradiciones espirituales recogen, de alguna manera, el poder de la repetición de una frase o palabra sagrada o significativa. En unas tradiciones se incorpora esta repetición durante la meditación, en otras durante la oración. Idealmente se consigue mantener esta repetición, interiormente, a lo largo del día, de manera que mantenemos a la mente alejada de sus automatismos habituales y la entrenamos, en cambio, a devolver una y otra vez la atención al aspecto profundo que estamos trabajando. Una forma sencilla de incorporar esta práctica y comprobar la potencia de sus beneficios, es comenzar nuestro día con unos minutos de repetición de una palabra sencilla, universal, y que nos ayudará a iniciar el día con una actitud positiva y de apertura: "Gracias". Japam "Gracias": 1.- Siéntate en una posición cómoda (o mantente tumbado, en la cama, nada más despertarte). Pon la atención en tu respiración, siente el peso de tu cuerpo. 2.- Haz dos o tres respiraciones profundas. 3.- Lleva tu atención al centro del tórax, a como sube y baja tu pecho con tu respiración. 4.- Durante unos minutos, mantén tu atención en tu respiración y, con cada exhalación, repite interiormente: "Gracias". (Puedes programar tu alarma para que suene en 5/10 minutos antes de empezar la práctica). Observa cada día cómo la palabra "Gracias" va actuando en ti, cómo cambia lo que sientes, cómo te encuentras al final de esta práctica. Realiza esta práctica cada mañana, una semana seguida. Te va a sorprender lo pronto que notarás sus efectos. ¿Percibes algún cambio en cómo respondes a tus dificultades diarias? ¿Has notado si vuelve a ti este sentimiento de gratitud, durante el día? ¿Puedes detectar su influencia sobre alguna de tus reacciones automáticas habituales? Algunas tradiciones abogan por la escucha interior hasta encontrar la palabra adecuada, la frase sagrada justa, para uno mismo, de manera que más que pronunciar activamente el mantra, escuchamos como este es pronunciado en nuestro interior desde nuestro yo más profundo. ¿Qué palabra o frase sientes que necesitas escuchar en tu interior?

Os dejo esta meditación guiada, para que tengáis una opción todavía más asequible. Hacerla antes de dormir ayuda a un mejor descanso. Sin embargo, os animo a probarla por la mañana, manteniendo la consciencia y dejando que el pecho se abra con gratitud.

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